Novela Histórica

La Novela Histórica[1]

La novela histórica es un relato ficcional que se basa en hechos históricos. Este tipo de narración literaria selecciona episodios o personajes relevantes de la historia para crear alrededor de ellos un relato ficcional. En muchos casos, el protagonista es un personaje histórico de una época determinada, pero se le atribuye anécdotas o acontecimientos no probados por los historiadores. En otros, se presenta un marco histórico real, pero se incluyen personajes ficticios.  Como se trata de un texto ficcional, el material histórico ( los sucesos y los personajes reales del pasado) se vincula con sucesos y personajes creados por el autor.

La verosimilitud en el relato

A diferencia de lo que ocurre en un texto de historia, en este tipo de novelas el autor no trata de presentar un relato verdadero, sino verosímil, ya que no tiene la necesidad de comprobar la veracidad de lo narrado. Por este motivo, realiza un recorte de un momento histórico o de la vida de un personaje, pero siempre en función de la ficción literaria. Al respecto, el teórico literario Tzveten Todorov (Bulgaria, 1939) plantea que existe una diferencia entre la recuperación del pasado y su utilización, y es por eso que la novela histórica es un lugar de memoria, y no un espacio de verdad histórica.

Para lograr la verosimilitud del relato, el autor de la ficción histórica debe conocer los sucesos y los personajes de la época en que sitúa la acción de su texto, pero, a diferencia del historiador, goza de total libertad para crear escenarios, inventar acciones y personajes, mostrar sus preferencias y rechazos, e incluso para ofrecer su opinión y sus ideas sobre las situaciones narradas.

Los orígenes del género

Se considera que el creador de la novela histórica fue el escritor inglés Walter Scott (1771-1832), cuya obra tuvo gran influencia durante el Romanticismo. Scott escribió relatos ambientados en el Medioevo inglés, entre los que se destaca Ivanhoe (1820), su novela más famosa.

Este género tuvo un importante desarrollo en casi toda Europa y mantiene su vigencia hasta el día de hoy, ya que cuenta con una gran cantidad de lectores. Durante el siglo XX, aparecieron dos de los textos considerados “clásicos” dentro del género: Yo, Claudio (1934), del escritor británico Robert Graves (1895-1985), y Memorias de Adriano (1951), de la escritora belga Margguerite Yourcenar (1903-1987).

Otra definición de La novela histórica[2]

Se considera novela histórica a un tipo de ficción híbrida, en cuya construcción coexisten personajes y acontecimientos ya codificados por la historia o la historiografía, con otros inventados, y que sitúa la acción en un pasado histórico concreto y reconocible por los lectores.

La novela histórica, por su naturaleza híbrida, plantea un problema específico ya que sale del ámbito de lo estrictamente literario. Como no es historiografía pura, ni tampoco es narrativa o novela pura, se podría decir que conforma una “grieta o hiato entre ficción e historia”.

Los límites entre la Historia y la Literatura se relacionan con diversos aspectos: los rasgos discursivos de cada una, los objetivos de cada disciplina, el estatuto ficcional de los textos literarios, los modos de construcción del tiempo y el espacio, las estrategias de escritura, la forma de trabajar con las fuentes históricas, entre otros.

Según la crítica literaria María Cristina Pons, la producción reciente de novelas históricas en Latinoamérica, y en la Argentina en particular, se caracteriza por cierta relectura crítica y desmitificadora del pasado a partir de la reescritura de la Historia. Esta posición demuestra una evidente desconfianza hacia el discurso historiográfico oficial, generando en algunas novelas una reflexión acerca de la posibilidad de conocer y reconstruir el pasado histórico; en otras, recuperando los silencios o los lados oscuros de la Historia, y en algunas otras, mostrando el pasado histórico desde una perspectiva nueva.

La novela histórica argentina

En las novelas históricas que se escribieron en la Argentina durante ese período, la Historia no es el mero marco de los hechos o la simple atmósfera de los conflictos representados, sino que conforma el fundamento de la trama. En esos textos, el lector reconoce tanto una serie de sucesos históricos, acontecidos en determinado lugar y tiempo, como la organización y el orden de esos sucesos. El autor se vale de la utilización de recursos y procedimientos narrativos ficcionales para producir mediante fuentes históricas un discurso estético.

Como la escritura de las novelas históricas plantea cierta idea de que la ficción puede completar o rellenar grietas o fisuras que la historiografía oficial oculta, distorsiona o acalla, es natural que a partir de los años setenta del siglo XX, haya habido un auge en la producción y consumo de este género y se haya extendido durante las décadas del ochenta y noventa en el contexto de la última dictadura militar y sus postrimerías, ya que fue una etapa en que la historia oficial se percibió absolutamente sesgada.



[1] Centron Graciana, (2012)Literatura II, Las formas realistas y no realistas en textos literarios argentinos, latinoamericanos y españoles, Longseller Educación, Buenos Aires, pág. 108.



[2]Chauvin Silvina, (2013), Activados, Literatura. Desde las lentes realista- mimética y fantástico-maravillosa, Puerto de Palos, Buenos Aires.